GARETH EVANS. El director que todos querríamos llegar a ser

OPINIÓN

Llegué al cine del galés Gareth Evans (Hirwaun, 1980) a través de su película 'The Raid: Redemption' (2011), mal titulada aquí, en España, como 'Redada Asesina'. Digo esto de mal titulada, sobre todo, por la chanza a la que puede dar lugar un título tan macarra. Sí, es verdad, el título es macarra, al igual que son macarras algunas de sus escenas. Bueno, más que macarras, yo diría que son macabras. Violentas, muy violentas. Hiperviolentas algunas. Otras se adentran en el terreno del “gore” más extremo. Pero por encima de todo, lo que más me impresionó cuando vi la película fue que, aunque era eminentemente una cinta de acción, encima me encontraba ante una muestra del mejor cine, es decir, era cine del bueno. Estaba/está bien realizado, magníficamente dirigido, mejor fotografiado y espectacularmente coreografiado. Para constatar esto último que comento, no hay más que echar un vistazo al abrumador listado de selecciones oficiales y premios importantes que recibió el film en festivales de reconocido prestigio internacional como Sundance, Cannes, Toronto, Sitges, Estocolmo, Busán, Ámsterdam, Dublín, Palm Springs… Para entender las dimensiones de sus logros, no hay que olvidar nunca que 'The Raid 1' (forma en que es conocida por los ‘frikifans’ más recalcitrantes, entre los que me encuentro) es una pura y dura película de artes marciales, con sus puñetazos, patadas, roturas de huesos y luxaciones típicas, y que, además, cuenta con una trama muy sencilla: una tropa de asalto de fuerzas especiales de la policía de Yakarta entra en un edificio de mafiosos a hacer una redada, sin tener en cuenta que el jefe de estos tiene su cubículo en la última planta y les observa por un circuito cerrado de televisión. Los agentes quedan atrapados a merced de los más despiadados mercenarios y asesinos. Como no pueden bajar y salir del edificio, ya que todas las salidas posibles han sido bloqueadas mediante puertas blindadas, no les queda más remedio que ir subiendo planta a planta, hasta llegar por fin a la última, para detener al jefe que da instrucciones a través de megafonía a sus sicarios.

Lo siguiente que vi de este director fue 'The Raid 2: Berandal' (2014). Obra que, como su título indica, es la segunda parte de 'Redada Asesina'. Y si bien la primera me gustó mucho (muchísimo), la continuación me pareció una puñetera obra maestra. El galés no sólo se superó con esta película, sino que entró en el Olimpo de mis grandes directores favoritos por varias razones. La primera de ellas, la duración de la cinta. Mientras que 'The Raid 1' no llegaba a las dos horas (duraba unos cien minutos), esta segunda parte se iba fácilmente a las dos horas y media. Sin cansar ni aburrir en ningún momento, que ya es mucho. La segunda razón es el guión, que en esta tiene mucho más fondo, profundidad y calado. La película empieza justo inmediatamente donde terminó la anterior. El protagonista, un policía que sobrevivió a la matanza del edificio, se tiene que infiltrar en la peor banda de mafiosos de la ciudad para intentar desarticularla desde dentro. Para ello, tiene que hacerse pasar por delincuente, empezando por entrar en la cárcel, donde debe conseguir hacerse amigo del hijo del jefe de dicha banda. Y el tercer motivo por el que considero un maestro a este realizador es la puesta en escena. Es destacable el desarrollo de la película por secuencias de acción completas, como si de capítulos individuales de la trama se trataran. Como en las grandes películas de la historia del cine, es fácil desglosar el film en escenas enumerándolas por su temática: “la pelea en el barro en el patio de la cárcel bajo la lluvia”, “el asesinato de uno de los jefes mafiosos en una sala de fiestas”, “la persecución en coche por las calles de Yakarta”, “el montaje en paralelo del inicio de la guerra de bandas”, “el asalto final al cuartel”… Sin olvidarnos de la magnífica caracterización de personajes, principales y secundarios, como el asesino del pelo largo con rastas (quien tiene, por cierto, una muerte gloriosa y bellísima bajo la nieve al compás de la mejor música clásica), la chica de los martillos o el chico del bate (que nos recuerdan a los personajes estilo cómic que Tarantino mete en sus Kill Bill).

No en vano, en algunos círculos 'The Raid 1 y 2' son conocidas como 'El Padrino de las yoyas'. 'The Raid 1' es a 'El Padrino', lo que 'The Raid 2' es a 'El Padrino 2'. Con la particularidad de que, (y estoy seguro que más de uno me querrá linchar por esto que voy a decir a continuación) mientras que a mí las películas del Padrino nunca me han vuelto loco (también es verdad, que las vi ya de mayor y se me hicieron muy largas, tediosas y pesadas), con las dos partes de 'Redada asesina' disfruto como un enano y las puedo ver una y otra vez sin cansarme.

Intentando ya ver todo lo que había hecho Evans, leo su biografía y me entero como un joven galés director de documentales se traslada a Indonesia para rodar un reportaje sobre el arte marcial Pencak Silat, y queda maravillado por la técnica y por un jovencísimo alumno llamado Iko Uwais, quien a la postre acabará siendo el protagonista de todas sus películas.

La primera de ellas es 'Merantau' (2009), película indonesia rodada con un bajísimo presupuesto y que fue un gran éxito de público en su país de origen. La historia que cuenta es sencilla, pero quizás ahí radique su grandeza. En un pequeño pueblo de Sumatra, un joven practicante de Silat, deja su idílica vida en el campo con su familia que se dedican a la agricultura para realizar su “Merantau” personal. Un rito antiguo por el que los jóvenes deben abandonar las comodidades de su hogar para irse a sobrevivir a la capital. Con un final, cuanto menos sorprendente, para una película de acción, la cinta le sirvió para conseguir financiación para su siguiente proyecto, 'The Raid'.

Lo último que he conseguido ver de él, y lo último que ha realizado hasta la fecha, es un cortometraje de apenas cinco minutos de duración que ha colgado gratuitamente en su cuenta de YouTube, que se titula 'Pre Vis Action' (2016). Es algo que rodó en tres días de verano en un bosque de su Gales natal acompañado sólo de tres actores y de un técnico de sonido. Lo hizo como divertimento y, según explica en su cuenta de Twitter, en parte por las ganas de rodar algo después de dos años sin coger una cámara (a la espera de concretar su nuevo filme, que será la tercera parte de 'The Raid'), y en parte como prueba para ver si era capaz de filmar una escena de lucha apta para todos los públicos sin mostrar una sola gota de sangre (tiene un hijo pequeño, y quería enseñarle a lo que se dedica su padre). Para ello rodó un corto en blanco y negro, manejando él mismo la cámara y montándolo posteriormente (magistralmente, como es normal en todas sus producciones), en el que la máxima es una lucha a espadas entre tres samuráis, dos hombres (los malos) y una mujer (la buena).

Nada más que decir, sólo que si sois realizadores en ciernes y lleváis un tiempo sin rodar nada (bien por miedo escénico, bien por falta de medios) os aconsejo que visionéis lo último de Gareth Evans (no confundir con Gareth Edwards), y flipéis en colores con su pequeña pieza en blanco y negro. Sobretodo, para ver lo que se puede hacer hoy en día con dedicación y muy pocos medios.

SALVADOR GUERRA

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